Esclerosis lateral amiotrófica (ELA)
La esclerosis lateral amiotrófica
(abreviadamente, ELA, y también llamada enfermedad de Lou Gehrig por el jugador
de los Yankess de Nueva York retirado por esta enfermedad en el año 1939 y, en
Francia, Enfermedad de Charcot) es una enfermedad degenerativa de tipo
neuromuscular. Se origina cuando unas células del sistema nervioso llamadas
motoneuronas disminuyen gradualmente su funcionamiento y mueren, provocando una
parálisis muscular progresiva de pronóstico mortal: en sus etapas avanzadas los
pacientes sufren una parálisis total que se acompaña de una exaltación de los
reflejos tendinosos (resultado de la pérdida de los controles musculares
inhibitorios).
A pesar de ser la enfermedad más
grave de las motoneuronas, la ELA es simplemente una de las muchas enfermedades
que existen en las que se ven afectadas estas células nerviosas. Entre otras,
se incluyen en este tipo de enfermedades, la atrofia muscular espinal y sus
variantes juvenil e infantil, en la que sólo se afectan las motoneuronas
espinales, la esclerosis lateral primaria (ELP) en la que se afectan
exclusivamente las motoneuronas centrales (cerebrales) y la enfermedad de
Kennedy o (atrofia muscular progresiva espinobulbar) que es un trastorno
genético que afecta a varones de mediana edad.
En la ELA, las funciones
cerebrales no relacionadas con la actividad motora, esto es, la sensibilidad y
la inteligencia, se mantienen inalteradas. Por otro lado, apenas resultan
afectadas las motoneuronas que controlan los músculos extrínsecos del ojo, por
lo que los enfermos conservan los movimientos oculares hasta el final.
Igualmente, la ELA no daña el núcleo de Onuf, por lo que tampoco resultan
afectados los músculos de los esfínteres que controlan la micción y defecación.
La enfermedad afecta,
especialmente, a personas de edades comprendidas entre los 40 y 70 años, más
frecuentemente en varones y entre los 60 y 69 años. Cada año se producen unos 2
casos cada 100 000 habitantes. Sin que se sepa la causa concreta, la ELA ha
afectado también, en ocasiones, a grupos de personas: jugadores de fútbol
italiano (como el caso emblemático de Stefano Borgonovo), veteranos de la
Guerra del Golfo y habitantes de la isla de Guam.
La ELA se conoce también con
otros nombres:
1. «Enfermedad de Lou Gehrig»
(1903-1941; jugador estadounidense de béisbol) en EE. UU.
2. «Enfermedad de Charcot» en
Francia.
3. EMN (enfermedad de las
motoneuronas).
4. Enfermedad de la neurona motora
(popularmente en singular, a pesar de que afecta al medio millón de
motoneuronas que conectan el cerebro con los músculos).
Se trata de una enfermedad tan
frecuente como la esclerosis múltiple y más que la distrofia muscular. En el
ámbito popular, es conocida especialmente por ser la que padece el físico
Stephen Hawking el cual es el paciente más famoso con esta enfermedad. (1942).
CUADRO CLÍNICO
La debilidad muscular implica
dificultad a la hora de andar y la dificultad de coordinación en alguna de sus
extremidades (las manos, especialmente, en lo que se refiere a inconvenientes a
la hora de realizar determinadas actividades cotidianas). La extensión de ese
debilitamiento y de la parálisis al tronco termina por provocar problemas para
masticar, tragar y respirar, llegándose a la necesidad, a este último respecto,
de recurrir a la ventilación mecánica.
Progresivamente, aparecen
movimientos musculares anormales como fasciculaciones, espasmos, sacudidas,
calambres o debilidad, o una anormal pérdida de masa muscular o de peso
corporal. La progresión de la enfermedad es normalmente irregular, es decir,
asimétrica (la enfermedad progresa de modo diferente en cada parte del cuerpo).
A veces, la progresión es muy lenta, desarrollándose a los largo de los años y
teniendo períodos de estabilidad con un variable grado de incapacidad.
En ningún momento se afectan las
facultades intelectuales, ni los órganos de los sentidos (oído, vista, gusto u
olfato) ni hay afectación de los esfínteres ni de la función sexual. La
enfermedad cursa sin dolor aunque la presencia de calambres y la pérdida de la
movilidad y función muscular acarrean cierto malestar. En cualquier caso, esta
sensación suele desaparecer con la medicación específica y el ejercicio. En
algunos casos, aparecen síntomas relacionados con alteraciones de la
afectividad (llanto, risas inapropiadas o, en general, respuestas emocionales
desproporcionadas como reacción a la afectación física) denominados labilidad
emocional y que en ningún caso significa que exista un auténtico problema
psiquiátrico.
ETIOLOGÍA
Las causas de la ELA son
desconocidas y no se conoce tampoco un tratamiento eficaz para detener su
curso.
En cuanto a la manera en que se
desencadena la ELA en la mayoría de los pacientes, el equipo del neurólogo
Teepu Siddique publicó en la revista Nature, el 21-8-2011 un estudio en el que
se apunta a la existencia de una causa común subyacente en todas las formas de
la enfermedad: un defecto en una proteína llamada ubiquitina 2, encargada de
degradar y reciclar otras proteínas.
Entre las hipótesis habituales
para explicar su origen destacan los agentes infecciosos virales, disfunción
del sistema inmunitario, la herencia, exposición a las sustancias tóxicas, los
desequilibrios metabólicos y la desnutrición.
Varios estudios científicos han
encontrado correlaciones estadísticas entre ciertos pesticidas agrícolas y ELA.
Se desconoce también por qué el
proceso degenerativo se centra de manera específica en las motoneuronas y no en
el resto de neuronas. Al respecto, se ha apuntado a algunas características
específicas de aquellas que comportarían unas peculiaridades metabólicas que
determinarían su vulnerabilidad al agente o agentes causantes de la enfermedad.
Como característica
histopatológica de la ELA se encuentra la acumulación anormal de neurofilamentos
hiperfosforilados en el soma neuronal y en los axones. Esta acumulación
implicaría una desorganización neuronal que interrumpe el transporte
axoplásmico y produce daño neuronal.
Se han señalado distintos
procesos como parte del mecanismo patogénico de los daños selectivos que
provoca la ELA: el proceso de excitotoxicidad mediada por glutamato, el estrés
oxidativo, el daño mitocondrial, las alteraciones en el citoesqueleto y en el
transporte axoplasmático, alteración de la glía y un metabolismo anormal del
ARN y los fenómenos de neuroinflamación y autoinmunidad.
En cuanto al mecanismo
excitotóxico en la ELA, estaría implicado el principal neurotransmisor que usan
las neuronas para generar señales excitadoras es el glutamato. Un exceso de
concentración de este en el espacio extracelular del cerebro implica efectos
letales sobre las neuronas (este fenómeno de la excitotoxicidad aparece también
en los casos de infarto cerebral, epilepsia, y, probablemente, en el Alzheimer
y en otras enfermedades relacionadas). A estos efectos, uno de los fármacos más
empleados en el tratamiento de la ELA, el riluzol, limita la exitotoxicidad
mediada por glutamato.
También constituye un elemento
principal de la ELA la neuroinflamación (como ocurre en el parkinson y el alzheimer),
esto es, la invasión del sistema nervioso de leucocitos circulantes y la
activación de la microglía, provocando una acumulación de células microgliales
y astrogliales hipertróficas que conlleva el incremento del daño neuronal.
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