Coprofagia (ADVERTENCIA IMAGENES FUERTES)


Se entiende por coprofagia la ingestión de heces, del griego κόπρος copros (heces) y φαγειν phagein (comer). En la naturaleza existen especies animales que practican este acto, otras especies normalmente no lo hacen, excepto bajo condiciones inusuales. Solo en ocasiones es practicada por humanos, denominándose coprofilia (una parafilia).
Un animal coprófago es aquel que se alimenta exclusiva o mayoritariamente de excrementos de otros animales y normalmente no puede subsistir utilizando otra fuente de alimento. Es un régimen alimentario casi exclusivo de los insectos, en especial de larvas de dípteros y de coleópteros escarabeoideos. Muchos animales consumen excrementos (elefantes, primates, roedores), pero dado que lo hacen de manera esporádica no pueden considerarse coprófagos. Tampoco son coprófagos los insectos que viven y se desarrollan en los excrementos depredando especies coprófagas; se trata de especies coprobias ("que viven en los excrementos").
Las heces contienen cantidades importantes de alimentos semidigeridos como consecuencia de la poca eficacia de los sistemas digestivos, en especial de los herbívoros. Este recurso es explotado con éxito por numerosos insectos que, además, contribuyen a reciclar la materia en los ecosistemas.
La coprofagia es poco común en humanos. Suele ser el resultado de la parafilia conocida como coprofilia. El consumo de heces humanas conlleva riesgos de enfermedades como la hepatitis, A y B o la neumonía. Consumir las propias heces potencia el riesgo, así como la incorporación de bacterias y huevos de gusanos u otros parásitos intestinales. Riesgos similares se pueden aplicar a ciertas prácticas sexuales tales como el anilingus o la introducción en la boca de objetos que han estado en el ano.





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