Malformacion de Chiari
La malformación de Chiari,
malformación de Arnold-Chiari o anormalidad de Chiari, consiste en un defecto
estructural o ubicación anormal del cerebelo en la base del cráneo, con
descenso del vermis por el foramen magnum, que puede verse acompañado de
hidrocefalia y mielomeningocele lumbar.
Las malformaciones de Chiari
consisten en defectos estructurales del cerebelo, órgano encargado de controlar
el equilibrio y la coordinación neuromuscular. El cerebelo normal ocupa un
espacio indentado en la parte inferior del hueso occipital, encima del foramen
magnum, orificio por el cual desciende el extremo del tronco encefálico hacia
el canal medular. La malformación de Chiari se produce cuando parte del
cerebelo se encuentra ubicado por debajo del foramen.
Si la apertura del espacio óseo
que debería ocupar el cerebelo es menor que lo normal, el cerebelo y el tallo
cerebral pueden verse empujados hacia abajo y obligados a avanzar sobre la
sección superior del canal espinal. La presión resultante sobre estas
estructuras nerviosas puede afectar las funciones que llevan a cabo, y
entorpecer o bloquear total o parcialmente el flujo del líquido cefalorraquídeo
(LCR) hacia el cerebro.
Durante el siglo XIX y principios
del XX, la prevalencia de la enfermedad se estimaba en 1:1000 (uno en mil
nacidos vivos). Sin embargo, el uso de métodos diagnósticos por imágenes ha
demostrado que las malformaciones de Chiari son mucho más comunes.7 El
diagnóstico se dificulta aún más por el hecho de que la mayoría de los infantes
nacidos con esta enfermedad no manifiestan síntomas hasta la adolescencia, la
adultez o la vejez, si es que alguna vez evidencian alguno.
Las Chiari son más frecuentes en
las mujeres que en los hombres, y el tipo II es más prevalente en ciertos
grupos étnicos, como los de ascendencia céltica.
Etiología
No se conocen las causas exactas
de las malformaciones de Chiari.8 Sin embargo, se han sugerido diferentes
mecanismos de formación, los que llevan al primero y más básico sistema de
clasificación: Chiari primarias y Chiari secundarias.
Malformaciones de Chiari primarias
Una o varias fallas en el desarrollo
embrionario pueden conducir a las malformaciones de Chiari. Los sospechosos más
probables7 son ciertas mutaciones genéticas o la falta de nutrientes o
vitaminas en la dieta materna.
El hecho de que unos pocos
pacientes de esta patología tengan antecedentes familiares de la misma
malformación, sugiere que algunos casos pueden ser hereditarios.
Malformaciones de Chiari secundarias
Se producen cuando, en una etapa
posterior de la vida, una infección, traumatismo o intoxicación produce un
drenaje excesivo de LCR desde las regiones lumbares o torácicas hacia el
encéfalo y empujando al cerebelo hacia abajo, resultando entonces en una Chiari
adquirida o secundaria.7 Estas últimas son, con mucha diferencia, más raras que
las anteriores.
Clasificación
Estas patologías se clasifican
clínicamente por la severidad de los síntomas y anatómicamente por las partes
del encéfalo que se prolongan en la cavidad espinal. Los tres primeros tipos
fueron descriptos por el propio Hans Chiari.
Tipo I
Si las amígdalas cerebelosas son
empujadas al canal medular sin involucrar al tallo cerebral, se considera que
la Chiari es del tipo I. Afortunadamente,7 ya que es el tipo más frecuente.
Normalmente solo se diagnostica en la adultez, durante un examen dirigido a
diagnosticar otras patologías. Todas las Chiari adquiridas o secundarias
pertenecen exclusivamente al tipo I.
Las malformaciones de Chiari tipo
I pueden, no obstante, obstruir el flujo de líquido cefalorraquídeo y comprimir
la médula espinal. Algunas veces están asociadas a la siringomielia.
Tipo II
Este tipo, también denominado
malformación de Chiari clásica o malformación de Arnold-Chiari propiamente
dicha, involucra la protrusión de estructuras cerebelosas y también del tallo
cerebral a través del foramen. A menudo el vermis está, además, incompleto o
ausente, y todo el cuadro suele acompañarse de hidrocefalia y mielomeningocele
a nivel lumbar. Esta complicación puede derivar en parálisis parcial o total
por debajo del mielomeningocele.
Tipo III
La forma más grave de la anormalidad.
El cerebelo y el tallo cerebral, herniados, se introducen en el canal medular
cervical, a menudo acompañados del cuarto ventrículo cerebral y comprimen la
médula espinal. En algunos casos raros, el tejido cerebeloso herniado asoma por
una abertura anormal del hueso occipital, formando una bolsa llamada
encefalocele occipital, que puede contener incluso tejido cerebral. Este tipo
de Chiari produce serios síntomas neurológicos.
Tipo IV
El tipo IV, de descripción más
reciente, involucra un desarrollo incompleto de las estructuras del cerebelo,
enfermedad conocida como hipoplasia cerebelosa. Esta forma es rara, y puede
involucrar amígdalas muy bajas en el canal espinal, estructuras cerebelosas
ausentes, y partes del cráneo y la médula espinal al descubierto.
Tipo 0
Esta nueva forma de la
enfermedad, aún se encuentra en discusión, no existe protrusión del cerebelo a
través del foramen magno, pero a pesar de ello, los síntomas neurológicos se
encuentran presentes.
Síntomas
La naturaleza variable de la malformación
conduce a un amplísimo abanico de signos y síntomas, que muchas veces complican
o confunden el diagnóstico.
Sin embargo, el síntoma más común
es el dolor de cabeza,3 normalmente localizado en el área occipital y extendido
hacia la calota craneana, agravándose al toser, agacharse o hacer esfuerzos
físicos. De hecho, el dolor en la parte posterior de la cabeza es el síntoma
primario —y muchas veces el único— de la mayoría de los pacientes.
La enorme colección de signos y
síntomas posibles en la enfermedad de Chiari se agrupa de la siguiente manera:
Craneales
El mencionado dolor de cabeza
occipital.
Problemas relacionados con los
pares craneales: disfagia, hipo, ronquera por mucosidad laríngea, síncope,
asfixia por aspiración mucosa, dolor o insensibilidad facial, ausencia del
reflejo del vómito, pérdida sensorial del Vº par, parálisis de las cuerdas
vocales y apnea.
Espinales
Fallas motrices: espasticidad
atrófica, incontinencia, debilidad muscular, hemiparesia, cuadriparesia,
hipotonía, atrofia, temblores.
Fallas sensitivas: anestesia,
dolor, sensación de quemadura, dolor o anestesia no radicular del tronco, los
hombros y los miembros, pérdida sensitiva disociada, parestesia, hiperestesia,
disestesia, falta de sentido de la posición espacial, problemas de temperatura,
articulaciones de Charcot.
Otros problemas medulares:
pérdida del equilibrio, torpeza, hiporreflexia, arreflexia, ataxia,
hiperreflexia, dismetría, clono y signo de Babinski.
Oculares
Dolor o presión ocular,
fotofobia, problemas de campo visual, falta de agudeza, paresias de los
músculos extraoculares y nistagmo.
Otorrinolaringológicos
Hipoacusia, mareos,
desequilibrio, vértigos, ruido de fondo, sensación de presión en el oído.
Otros
Escoliosis, síndrome de
Klippel-Feil, hidrocefalia, fatiga, dolor esquelético axial, anomalía
osciloscópica asociada a problemas de la base del cráneo.
Síntomas y su incidencia En
lenguaje coloquial para su mejor entendimiento
Diagnóstico
La enorme mayoría de los
pacientes de malformación de Chiari no presentan síntomas o, cuando los
presentan, son de una naturaleza sumamente inespecífica, como se observa en el
listado antedicho. Por consiguiente, la malformación sólo suele ser
correctamente diagnosticada durante procedimientos diagnósticos o terapéuticos
destinados a otras enfermedades.7
Cuando se sospecha la presencia
de una Chiari, puede procederse a los siguientes métodos diagnósticos:
Interrogatorio clínico y examen
físico orientados a verificar la memoria del paciente, su capacidad
cognoscitiva, el equilibrio, reacciones, reflejos, sensibilidad y habilidad
motriz.
Resonancia magnética, también
llamada RM o IRM. Manifiesta al 100% tipo y grado de Chiari.
Rayos X de cabeza y cuello.
Tomografía axial computada o TAC.
Uno o varios de estos métodos
—bien utilizados— son capaces de diagnosticar adecuadamente la presencia de una
Chiari y de identificar el tipo al que pertenece.
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